Tu vida es un gran río, va caudalosamente, a su orilla, invisible, yo broto dulcemente. Soy esa flor perdida entre juncos y achiras que piadoso alimentas, pero acaso ni miras. Cuando creces me arrastras y me muero en tu seno, cuando secas me muero poco a poco en el cieno; pero de nuevo vuelvo a brotar dulcemente cuando en los días bellos vas caudalosamente. Soy esa flor perdida que brota en tus riberas humilde y silenciosa todas las primaveras. ALFONSINA STORNI
Si la casualidad es la más empeñosa jugada del destino, alguna vez podremos interrogar con causa a esas escoltas de genealogías que tendieron un puente desde tu desamparo hasta mi exilio y cerraron de golpe las bocas del azar. Cambiaremos panteras de diamante por abuelas de trébol, dioses egipcios por profetas ciegos, garra tenaz por mano sin descuido, hasta encontrar las puntas secretas del ovillo que devanamos juntas y fue nuestro pequeño sol de cada día. Con errores o trampas, por esta vez hemos ganado la partida. OLGA OROZCO
Con las piedras, con el viento hablo de mi reino. Mi reino vivirá mientras estén verdes mis recuerdos. Cómo se pueden venir nuestras murallas al suelo. Cómo se puede no hablar de todo aquello. El viento no escucha. No escuchan las piedras, pero hay que hablar, comunicar, con las piedras, con el viento. Hay que no sentirse solo. Compañía presta el eco. El atormentado grita su amargura en el desierto. Hay que desendemoniarse, liberarse de su peso. Quien no responde, parece que nos entiende, con las piedras, con el viento. Se exprime así el alma. Así se libra de su veneno. Descansa, comunicando con las piedras, con el viento. JOSÉ HIERRO
¿Eres amor? Pasa el fuego, cruza con alas el mar, despierta a la vida el sueño, da hermosura a lo real. ¿Eres tan sólo la sombra? Cubre con su resplandor tu mentira. Haz que la sombra venza al fuerte, al puro amor. LUIS CERNUDA
Caminante, son tus huellas el camino y nada más; Caminante, no hay camino, se hace camino al andar. Al andar se hace el camino, y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar. Caminante no hay camino sino estelas en la mar. ANTONIO MACHADO
¡Cuánto sabe la flor! Sabe ser blanca cuando es jazmín, morada cuando es lirio. Sabe abrir el capullo sin reservar dulzuras para ella, a la mirada o a la abeja. Permite sonriendo que con su alma se haga miel. ¡Cuánto sabe la flor! Sabe dejarse coger por ti, para que tú la lleves, ascendida, en tu pecho alguna noche. Sabe fingir, cuando al siguiente día la separas de ti, que no es la pena por tu abandono lo que la marchita. ¡Cuánto sabe la flor! Sabe el silencio; y teniendo unos labios tan hermosos sabe callar el "¡ay!" y el "no", e ignora la negativa y el sollozo. ¡Cuánto sabe la flor! Sabe entregarse, dar, dar todo lo suyo al que la quiere, sin pedir más que eso: que la quiera. Sabe, sencillamente sabe, amor. PEDRO SALINAS
Y que yo me la llevé al río creyendo que era mozuela, pero tenía marido. Fue la noche de Santiago y casi por compromiso. Se apagaron los faroles y se encendieron los grillos. En las últimas esquinas toqué sus pechos dormidos, y se me abrieron de pronto como ramos de jacintos. El almidón de su enagua me sonaba en el oído, como una pieza de seda rasgada por diez cuchillos. Sin luz de plata en sus copas los árboles han crecido, y un horizonte de perros ladra muy lejos del río. * Pasadas las zarzamoras, los juncos y los espinos, bajo su mata de pelo hice un hoyo sobre el limo. Yo me quité la corbata. Ella se quitó el vestido. Yo el cinturón con revólver. Ella sus cuatro corpiños. Ni nardos ni caracolas tienen el cutis tan fino, ni los cristales con luna relumbran con ese brillo. Sus muslos se me escapaban como peces sorprendidos, la mitad llenos de lumbre, la mitad llenos de frío. Aquella noche corrí el mejor de los caminos, montado en potra de nácar sin bridas y sin estribos. No quiero decir, por hombre, las cosas que ella me dijo. La luz del entendimiento me hace ser muy comedido. Sucia de besos y arena yo me la llevé del río. Con el aire se batían las espadas de los lirios. Me porté como quien soy. Como un gitano legítimo. Le regalé un costurero grande de raso pajizo, y no quise enamorarme porque teniendo marido me dijo que era mozuela cuando la llevaba al río. FEDERICO GARCÍA LORCA
¡Mujer de los sinfónicos veranos, tez de aluvión y cintilar de arena! ¡Por los sueños hondura de colmena, y un líquido turpial entre las manos! ¡Memórame en tus rojos meridianos! ¡En el rumor de la nocturna vena, y en el sonar de un cálamo de avena entre unos girasoles inhumanos! ¡Indúltame, mujer tornasolada cual desnuda serpiente sin veneno y a un laurel corporal entrelazada! ¡Y escúchame cantar en un terreno donde expira mi lengua bifurcada de hombre silbante y ruiseñor de trueno!
No estés lejos de mí un solo día, porque cómo, porque, no sé decirlo, es largo el día, y te estaré esperando como en las estaciones cuando en alguna parte se durmieron los trenes. No te vayas por una hora porque entonces en esa hora se juntan las gotas del desvelo y tal vez todo el humo que anda buscando casa venga a matar aún mi corazón perdido. Ay que no se quebrante tu silueta en la arena, ay que no vuelen tus párpados en la ausencia: no te vayas por un minuto, bienamada, porque en ese minuto te habrás ido tan lejos que yo cruzaré toda la tierra preguntando si volverás o si me dejarás muriendo. PABLO NERUDA
Con esta soledad alevosa tranquila con esta soledad de sagradas goteras de lejanos aullidos de monstruos de silencio de recuerdos al firme de luna congelada de noche para otros de ojos bien abiertos con esta soledad inservible vacía se puede algunas veces entender el amor. MARIO BENEDETTI
Se equivocó la paloma, se equivocaba. Por ir al norte fue al sur, creyó que el trigo era el agua. Creyó que el mar era el cielo que la noche la mañana. Que las estrellas rocío, que la calor la nevada. Que tu falda era tu blusa, que tu corazón su casa. (Ella se durmió en la orilla, tú en la cumbre de una rama.) RAFAEL ALBERTI
Desmayarse, atreverse, estar furioso, áspero, tierno, liberal, esquivo, alentado, mortal, difunto, vivo, leal, traidor, cobarde y animoso; no hallar fuera del bien centro y reposo, mostrarse alegre, triste, humilde, altivo, enojado, valiente, fugitivo, satisfecho, ofendido, receloso; huir el rostro al claro desengaño, beber veneno por licor süave, olvidar el provecho, amar el daño; creer que un cielo en un infierno cabe, dar la vida y el alma a un desengaño; esto es amor, quien lo probó lo sabe. LOPE DE VEGA
Yo no tengo tu modo de mirar a la niebla ni tu ademán dispuesto en flor sobre la falda: a mí me duelen las mariposas muertas y los atardeceres con familia morada. Pero tú, que eres triste como para apoyarte, como para ser pura debajo de un manzano; tú, sin embargo, sabes consolar a los pobres con la palabra sábado. De dónde sacas ese retrato del azúcar; ese conjunto tibio de sencillez en fiesta? ¡Ah, mujer sostenida por un color a música, con qué cuidado hicieron tus manos entreabiertas! CARILDA OLIVER LABRA
No sabe adónde va. Ni le orienta la nube próxima que en el cielo se aísla, ni conduce por sí mismo sus pasos. Le impulsa la costumbre de pisar y avanzar. Nada tal vez más dulce ni de mayor consuelo que la tarde de un lunes cualquiera paseado de pronto. No trascurre la hora. Permanece con todo su volumen bajo la mano aquel tiempo sin norte, dúctil, propicio a revelar algo impar en el cruce de unas calles. ¡Perderse, hacerse muchedumbre! JORGE GUILLÉN
Aquí en esta orilla blanca del lecho donde duermes estoy al borde mismo de tu sueño. Si diera un paso mas, caerla en sus ondas, rompiéndolo como un cristal. Me sube el calor de tu sueño hasta el rostro. Tu hálito te mide la andadura del soñar: va despacio. Un soplo alterno, leve me entrega ese tesoro exactamente: el ritmo de tu vivir soñando. Miro. Veo la estofa de que está hecho tu sueño. La tienes sobre el cuerpo como coraza ingrávida. Te cerca de respeto. A tu virgen te vuelves toda entera, desnuda, cuando te vas al sueño. En la orilla se paran las ansias y los besos: esperan, ya sin prisa, a que abriendo los ojos renuncies a tu ser invulnerable. Busco tu sueño. Con mi alma doblada sobre ti las miradas recorren, traslúcida, tu carne y apartan dulcemente las señas corporales, por ver si hallan detrás las formas de tu sueño. No lo encuentran. Y entonces pienso en tu sueño. Quiero descifrarlo. Las cifras no sirven, no es secreto. Es sueño y no misterio. Y de pronto, en el alto silencio de la noche, un soñar mío empieza al borde de tu cuerpo; en él el tuyo siento. Tú dormida, yo en vela, hacíamos lo mismo. No había que buscar: tu sueño era mi sueño. LUIS CERNUDA *Cuadro de Ron Di Scenza Otros poemas:"Entrega". Carmen Conde
¡la luz, la vida, el mar! Plural todo, plural, luces, vidas y mares. A subir, a ascender de docenas a cientos, de cientos a millar, en una jubilosa repetición sin fin, de tu amor, unidad. Tablas, plumas y máquinas, todo a multiplicar, caricia por caricia, abrazo por volcán. Hay que cansar los números. Que cuenten sin parar, que se embriaguen contando, y que no sepan ya cuál de ellos será el último: ¡qué vivir sin final!
Esta noche al oído me has dicho dos palabras comunes. Dos palabras cansadas de ser dichas. Palabras que de viejas son nuevas. Dos palabras tan dulces, que la luna que andaba filtrando entre las ramas se detuvo en mi boca. Tan dulces dos palabras que una hormiga pasea por mi cuello y no intento moverme para echarla. Tan dulces dos palabras que digo sin quererlo -¡oh, qué bella, la vida!- Tan dulces y tan mansas que aceites olorosos sobre el cuerpo derraman. Tan dulces y tan bellas que nerviosos, mis dedos, se mueven hacia el cielo imitando tijeras. Oh, mis dedos quisieran cortar estrellas. ALFONSINA STORNI Cuadro de Ron Di Scenza
Niñita de pescadores que con viento y olas puedes, duerme pintada de conchas, garabateada de redes. Duerme encima de la duna que te alza y que te crece, oyendo la mar-nodriza que a más loca mejor mece. La red me llena la falda y no me deja tenerte, porque si rompo los nudos será que rompo tu suerte... Duérmete mejor que lo hacen las que en la cuna se mecen, la boca llena de sal y el sueño lleno de peces. Dos peces en las rodillas, uno plateado en la frente, y en el pecho, bate y bate, otro pez incandescente... GABRIELA MISTRAL *Cuadro de Vladimir Volegov
Con casto corazón, con ojos puros, te celebro, belleza, reteniendo la sangre para que surja y siga la línea, tu contorno, para que te acuestes en mi oda como en tierra de bosques o en espuma: en aroma terrestre o en música marina. Bella desnuda, igual tus pies arqueados por un antiguo golpe del viento o del sonido que tus orejas, caracolas, mínimas del esplendido mar americano. Iguales son tus pechos de paralela plenitud, colmados por la luz de la vida, iguales son volando tus párpados de trigo que descubren o cierran dos países profundos en tus ojos. La línea que tu espalda ha dividido en pálidas regiones se pierde y surge en dos tersas mitades de manzana y sigue separando tu hermosura en dos columnas de oro quemado, de alabastro fino, a perderse en tus pies como en dos uvas, desde donde otra vez arde y se eleva el árbol doble de ni simetría, fuego florido, candelabro abierto, turgente fruta erguida sobre el pacto del mar y de la tierra. Tu cuerpo, en qué materia, ágata, cuarzo, trigo, se plasmò, fue subiendo como el pan se levanta de la temperatura, y señalò colinas plateadas, valles de un solo pétalò, dulzuras de profundo terciopelo, hasta quedar cuajada la fina y firme forma femenina? No sòlo es luz que cae sobre el mundo la que alarga en tu cuerpo su nieve sofocada, sino que se desprende de ti la claridad como si fueras encendida por dentro. Debajo de tu piel vive la luna. PABLO NERUDA *Cuadro de Seignac
Amor que llegas tarde, tráeme al menos la paz: Amor de atardecer, ¿por qué extraviado camino llegas a mi soledad? Amor que me has buscado sin buscarte, no sé qué vale más: la palabra que vas a decirme o la que yo no digo ya... Amor... ¿No sientes frío? Soy la luna: Tengo la muerte blanca y la verdad lejana... -No me des tus rosas frescas; soy grave para rosas. Dame el mar... Amor que llegas tarde, no me viste ayer cuando cantaba en el trigal... Amor de mi silencio y mi cansancio, hoy no me hagas llorar. JUANA DE IBARBOUROU Cuadro: "Sirena" de Gustav Klimt
Partir en cuerpo y alma partir. Partir deshacerse de las miradas piedras opresoras que duermen en la garganta. He de partir no más inercia bajo el sol no más sangre anonadada no más fila para morir. He de partir Pero arremete ¡viajera! ALEJANDRA PIZARNIK *Cuadro de Gustav Klimt
Bajo la luna llena, que es una oblea de cobre, vagamos taciturnos en un éxtasis vago, como sombras delgadas que se deslizan sobre las arenas de bronce de la orilla del lago. Silencio en nuestros labios una rosa ha florido. ¡Oh, si a mi amante vencen tentaciones de hablar!, la corola, deshecha, como un pájaro herido, caerá, rompiendo el suave misterio sublunar. ¡Oh dioses, que no hable! ¡Con la venda más fuerte que tengáis en las manos, su acento sofocad! ¡Y si es preciso, el manto de piedra de la muerte para formar la venda de su boca, rasgad! Yo no quiero que hable. Yo no quiero que hable. Sobre el silencio éste, ¡qué ofensa la palabra! ¡Oh lengua de ceniza! ¡Oh lengua miserable, no intentes que ahora el sello de mis labios te abra! ¡Bajo la luna-cobre, taciturnos amantes, con los ojos gimamos, con los ojos hablemos. Serán nuestras pupilas dos lenguas de diamantes movidas por la magia de diálogos supremos. JUANA DE IBARBOUROU *Cuadro: "Cara de mujer" de Amadeo Modigliani
La primavera besaba suavemente la arboleda, y el verde nuevo brotaba como una verde humareda. Las nubes iban pasando sobre el campo juvenil... Yo vi en las hojas temblando las frescas lluvias de abril. Bajo ese almendro florido, todo cargado de flor —recordé—, yo he maldecido mi juventud sin amor. Hoy, en mitad de la vida, me he parado a meditar... ¡Juventud nunca vivida, quién te volviera a soñar! ANTONIO MACHADO Cuadro: "Love Spring" de Natàlia Ruiz Llopart http://nataliaruizlloparte.blogspot.com
Ayer te besé en los labios. Te besé en los labios. Densos, rojos. Fue un beso tan corto, que duró más que un relámpago, que un milagro, más. El tiempo después de dártelo no lo quise para nada ya, para nada lo había querido antes. Se empezó, se acabó en él. Hoy estoy besando un beso; estoy solo con mis labios. Los pongo no en tu boca, no, ya no... -¿Adónde se me ha escapado?-. Los pongo en el beso que te di ayer, en las bocas juntas del beso que se besaron. Y dura este beso más que el silencio, que la luz. Porque ya no es una carne ni una boca lo que beso, que se escapa, que me huye. No. Te estoy besando más lejos. PEDRO SALINAS *Cuadro: Detalle de "El beso" de Gustav Klimt
Hasta la hora del ocaso amarillo cuántas veces habré mirado al poderoso tigre de Bengala ir y venir por el predestinado camino detrás de los barrotes de hierro, sin sospechar que eran su cárcel. Después vendrían otros tigres, el tigre de fuego de Blake; después vendrían otros oros, el metal amoroso que era Zeus, el anillo que cada nueve noches engendra nueve anillos y estos, nueve, y no hay un fin. Con los años fueron dejándome los otros hermosos colores y ahora sólo me quedan la vaga luz, la inextricable sombra y el oro del principio. Oh ponientes, oh tigres, oh fulgores del mito y de la épica, oh un oro más precioso, tu cabello que ansían estas manos.