Cuadro de Leoniv Afremov |
Ni le orienta la nube
próxima que en el cielo
se aísla, ni conduce
por sí mismo sus pasos.
Le impulsa la costumbre
de pisar y avanzar.
Nada tal vez más dulce
ni de mayor consuelo
que la tarde de un lunes
cualquiera paseado
de pronto. No trascurre
la hora. Permanece
con todo su volumen
bajo la mano aquel
tiempo sin norte, dúctil,
propicio a revelar
algo impar en el cruce
de unas calles. ¡Perderse,
hacerse muchedumbre!
JORGE GUILLÉN