Solo y pensativo los más desiertos campos
voy midiendo con paso tardo y lento;
y los ojos llevo, para huir, para huir atentos
a huella humana que la arena marque.
Otra defensa no hallo que me salve
del claro percatarse de la gente,
porque en los actos, de alegría carentes,
se lee por fuera cómo adentro yo ardo;
tanto, que pienso ya que monte y llano
y ríos y bosques saben de qué temple
es mi vida, para otros oculta.
Mas tan ásperas sendas ni salvajes
buscar no sé, que Amor no venga siempre
conversando conmigo, y yo con él.
PETRARCA